Tecnología, Agile y Cyberpunk

(Disclaimer: Al hablar de Productos y Servicios de Software me refiero a los orientados al consumo, no al Desarrollo. Este debate no trata de la pertinencia del Open Source, cuyo valor es innegable)

No valoramos el Software que usamos a diario. La valoración última que tenemos sobre un producto o servicio es el precio que estamos dispuestos a pagar por él. Cada día oigo a una persona diferente minusvalorar diferentes productos digitales:

  • ¿Pagar por esa plataforma que “sólo” hace de intermediaria?
  • Ahora han empezado a cobrar por esto que llevan años dando gratis, es indignante.
  • ¿1 euro por un servicio que Google me da gratis? (aunque no sea el mismo servicio)
  • Pero si sólo es una App (como diciendo que por eso debería ser gratis)
  • Pero si sólo es una Web (como diciendo que por eso debería ser gratis)
  • Cualquiera hace una App/Web/Plataforma como hobby, ¿Por qué pagarlo?

Hemos asumido todas estas reflexiones como normales, cuando son disparates que en otros contextos son impensables. La gratuidad del Software, en la que se ha educado a la sociedad mundial desde la llegada de Internet, ha calado de manera tan profunda que nos afecta incluso a quienes nos dedicamos a construir Software.

Imaginad la gravedad de que alguien que construye un Producto se cuestione si tiene sentido pagar por otro similar, o incluso por el suyo propio.

Software gratuito

Debería ser evidente que cualquier trabajo conlleva una remuneración. Los Productos digitales requieren mucho trabajo (en áreas como Desarrollo, Usabilidad, Calidad, Diseño, Marketing o Producto) por parte de muchos profesionales: Developers, QAs, Testers, Product Managers, Project Managers, etc. Muchos empleados (desde decenas a cientos o incluso miles) involucrados en Productos de Software que, además, se usan cada día más.

Sabemos todo esto, especialmente quienes trabajamos en ello. Quienes no están dentro de la escena de Software no tienen tan claro el esfuerzo que supone realizar una App o una Web y a menudo tienden a minusvalorarlo.

Pero entonces ¿qué ocurre para que incluso quienes creamos Software nos cuestionemos su precio?

Hemos sido educados para categorizar los servicios de Software como gratuitos. Esta revolución fue iniciada con la llegada de Internet, de repente un mundo nuevo se abría ante nosotros. Primero fueron los navegadores, luego los buscadores y más tarde todo tipo de servicios, desde mensajería a mapas o correo electrónico. Todo gratuito. Quienes vivimos esta transición lo hicimos desde la sorpresa inicial y por supuesto desde la alegría. ¿A quién no le gustan las cosas gratis?

Spoiler: No hay nada gratis. Estos servicios siempre han escondido un modelo de negocio opaco, un secreto oscuro que hasta hace poco no se ha empezado a vislumbrar. Pero lo peor es que no queremos verlo ni conocerlo. Cuando barbaridades como la venta de datos de millones de usuarios o la permisividad en la manipulación de noticias por parte de Facebook, el modelo roto de control de ataques de Twitter o los abusos de seguimiento, las prácticas monopolísticas y la falta de respeto sobre la privacidad de Google trascienden hay cierto revuelo pero en general la sociedad mira para otro lado, se tapa la nariz y sigue usando estos servicios.

¿Hasta qué punto desea la persona común saber cómo estas empresas cuyos servicios utiliza a diario ganan dinero a su costa? ¿Realmente le da igual? ¿Tiene derecho a quejarse cuando de repente le empiezan a llegar por todas partes anuncios relacionados con sus últimas búsquedas? ¿Somos conscientes del futuro que nos espera con el análisis de todos nuestros movimientos, físicos y virtuales, con el seguimiento de nuestra localización, con la valoración de nuestro índice de consumo, con la segmentación de nuestro perfil en innumerables bases de datos en base a la edad, género, nacionalidad, trabajo, residencia, historial de compras (y quién sabe si nuestro estado civil, orientación sexual, creencias políticas, religiosas, número de amistades, de familiares, etc)?

¿De verdad no te importa que te analicen, te valoren, incluso te juzguen o te manipulen para poder venderte más y mejor? ¿Hasta dónde estás dispuest@ a cerrar los ojos y taparte la nariz? ¿Si descubres que a cambio de usar ese servicio para hablar con tus amigos de viaje te han estado manipulando para votar a determinada opción política te dará igual? ¿Cómo ha llegado a tener tu email esa empresa tan pesada que trata de venderte algo que no necesitas? ¿Qué pasará cuando descubras que estás siendo puntuado y en base a esa puntuación podrás o no acceder a determinados servicios?

En resumen ¿Queremos saber la verdad que se esconde tras estos servicios gratuitos que nos inundan o preferimos vivir en la ignorancia o, peor aún, en la mentira?

Software de Pago

Siempre ha habido dos esferas de Software de Pago. La primera es una que todos catalogamos mental y tradicionalmente como de Pago, casi siempre orientada al consumo profesional o empresarial y con nombres como Microsoft, Oracle o IBM detrás. Existe desde el principio del Software y mueve incontables millones en todo el mundo. Suele basarse en licencias de elevado precio a ojos del simple mortal. Hablamos de decenas o cientos de miles de dólares por algunas de ellas. Productos como Bases de Datos, CRMs o Sistemas de Gestión de Contenido, por los que pagan religiosamente las grandes y medianas empresas sin rechistar.

La segunda son aquellos productos y servicios de alta especialización que ya hemos categorizado como de Pago, incluso en el ámbito doméstico. Esto incluye videojuegos o servicios de streaming de contenidos. Pagamos, indudablemente, cuando nos obligan o cuando el valor directo es muy superior al esfuerzo de obtenerlos de manera ilícita o alegal. También, cuando como sociedad, hemos construido el modelo de categorización mental que incluye a ese servicio en digno de ser pagado. Y en esto último no siempre influye el valor recibido.

Conclusión

En quienes toman decisiones dentro de la industria del Software existe el convencimiento de que la gran mayoría de usuarios domésticos no quieren pagar por servicios, no entienden que sea justo dar algo a cambio de cosas que siempre han recibido gratis. Esto puede parecer bueno para el usuario final, pero no lo es, porque incentiva que se construya Software con el objetivo de atraparles, coleccionar sus datos y obtener beneficio desde modelos de negocio que van en su contra.

No estar dispuestos a pagar por un Producto nos convierte a nosotros en la mercancía. Nunca se repite este concepto lo suficiente, porque no entendemos a menudo lo que supone en nuestras vidas.

Pero en un mundo en el que parece que a la gran masa le da igual ser la mercancía, e incluso buscan ser influenciados por empresas e individuos que, en última instancia, acaban vendiéndoles algo, ¿Cómo podemos aspirar a ser dueños de nuestros datos y a tener una relación justa con quien nos proveen de servicios?

Con modelos de negocio claros y transparentes desde el principio de la relación entre el Usuario y el Producto. Personalmente el que más me gusta es el pago directo, dado que incentiva una relación honesta y un trato cuidado al usuario final. Si mi modelo de negocio por mi cliente de correo electrónico es una licencia única inicial o una cuota mensual no necesito diseñar mi Producto como una trampa recolectora de datos con los que mercadear de manera oscura ni manipular a mi Usuario. Simplemente debo centrarme en darle el mejor servicio posible y la mejor experiencia para que se sienta satisfecho en la relación entre valor recibido y pago realizado.

Seamos conscientes de que, como sociedad e individuos, modelamos con nuestras decisiones una cada vez más compleja red de interrelaciones comerciales y profesionales que involucran a miles de empresas y en la que, si seguimos cerrando los ojos a la trampa de la gratuidad, nos encontraremos atrapados cada vez más como la principal mercancía en juego.

Tomemos control de nuestras decisiones, de nuestros datos y valoremos de manera honesta y transparente aquellos servicios que usamos.

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